en un sitio al parecer legendario donde hay siempre una cola inmensa para entrar. Es famoso por su comida rica y abundante. A la entrada, nos dieron el menú:
Con encuentros diversos...
El palo selfie, prolongación del cuerpo de los iraníes de todas las edades
Estaba clarísimo. Menos mal que nos ayudó una chica que hablaba muy bien inglés. Nos recomendó la pierna de cordero que estuvo muy rica, y el arroz con kebap habitual también. Sin embargo, la atmósfera es un poco agobiante, con mucha gente en un espacio pequeño, con comensales que no comen, inhalan la mitad de su comida y se llevan la otra mitad corriendo. No fue un placer increíble, y eso que no hicimos cola casi (lo normal, leí en internet, es esperar dos horas para entrar).
Después de la comida, todavía era temprano y nos fuimos de turismo de verdad a visitar el Golestan Palace, residencia de los shahs del siglo XIX. Se paga la entrada y la visita de cada edificio por separado, con lo cual visitar todos los anexos y museos del recinto llega a costar bastante dinero. Hicimos los tacaños y pagamos solamente una visita extra aparte de los jardines.
Con encuentros diversos...
El palo selfie, prolongación del cuerpo de los iraníes de todas las edades




















